Cuento de Libertad
Turulandia era un pequeño y precioso país de juguete que había hecho Paulita Perfectina con sus construcciones. Paulita cuidaba constantemente Turulandia para que todo estuviera en orden, y mantenía los muñecos rojos junto a sus casas rojas, y los niños verdes jugando en los columpios verdes del parque. Era un país tan bonito y perfecto, que Paulita soñaba con poder llegar a vivir un día en él.
Y sin saber cómo ni por qué, su sueño se cumplió. Un día despertó en mitad de Turulandia, vestida toda de rosa, y hecha de piececitas de juguete. ¡Qué maravilla! Todo era como ella conocía! Y era realmente precioso.
Paulita estaba totalmente feliz, y tras la primera sorpresa, corrió a ver los columpios de los niños del parque verde. Pero antes de que pudiera llegar, una mano gigante la alcanzó, y tomándola de un brazo, la llevó de nuevo junto al gran palacio rosa. Paulita quedó un poco extrañada, pero enseguida lo olvidó, porque vio sus queridas casas rojas, y hacia allí se dirigió. Pero nuevamente, antes de llegar a ellas, la gran mano volvió a aparecer, y la volvió a dejar junto al palacio.
- No te esfuerces- dijo una princesita rosa que asomaba por uno de los balcones- nunca podrás abandonar la zona rosa.
Entonces la princesita explicó a Paulita cómo la gran mano nunca dejaba moverse a nadie en Turulandia, y que aquel era el país más triste del mundo, porque nadie podía decidir qué hacía ni dónde iba. Paulita miró las caras de todas las figuritas y muñecos, y comprobó que era verdad. Se dio cuenta de que aquella gran mano era la suya. Aquella que utilizaba siempre para mantenerlo todo como ella quería.
- ¿Pero entonces? ¿No os gusta vivir en un país tan bonito y organizado?- terminó preguntando Paulita.
- Si no podemos elegir qué hacemos o a dónde vamos, ¿para qué nos sirve todo esto?- dijo la princesita desde el balcón
La libertad ni se toma ni se deja, la libertad es propiedad de las personas y por tanto es elección propia el tomar un camino u otro.
Lo que intenta este cuento es mostrar el valor que tiene la libertad en las personas desde un lado infantil. Lo escogí porque es sencillo de comprender pero ante todo porque esconde varios aspectos importantes a tratar. Todos conocemos el sistema político en el que vivimos y los valores que lo enmarcan como son la democracia y la libertad individual. Como ciudadanos elegimos a nuestros representantes, pues todos no cabríamos en el Senado o el Congreso, y ellos se encargan de trasmitir en estas reuniones nuestras opiniones. Tienen la labor de gobernar y dirigir un país con individuos autónomos defendiendo los intereses de ese pueblo. En ningún momento están en ese lugar para escoger u ordenar cualquier tipo de cambio sin el consentimiento del pueblo. Como el país de Paulita, las personas vivimos bajo la influencia de un sector minoritario de la población que ejerce un enorme poder sobre nosotros. Hablo en este caso de los dirigentes y las políticas que aplican sobre sus ciudadanos.
Este último mes he tenido la oportunidad de estudiar una de las guerras más transcendentales de la historia, y observar aspectos que no conocía pero que me sirven para defender esta idea, un poco utópica que planteo. La Guerra Fría fue uno de los acontecimientos que han marcado el transcurso de la historia. En ella se dieron sucesos que hasta entonces no se habían dado en anteriores guerras. En este caso, el más relacionado con el tipo de contenido que trato, son las relaciones internacionales que se establecieron a lo largo de este periodo. EE.UU y la URSS se enfrentaban como las nuevas dos potencias con el único fin de derribar a su enemiga y consolidarse como único líder mundial. Una tarea difícil pero muy posible para países que tiene en sus manos armas nucleares. Durante esta guerra tanto el pueblo estadounidense como el soviético vieron restringidas sus libertades a favor, dicen sus dirigentes, de la seguridad del estado. Los presidentes de estas dos potencias argumentaban que el estado está por encima de cualquier individuo y que por ello, la seguridad de este era completamente necesaria.
¿Es libre y suficiente un político para restringir estas libertades a una población a la que pertenece? La opinión que tengo hoy en día del político, y sé que cambiará cuando mis intereses sean otros, es de un farsante y mentiroso; en muchas ocasiones corrupto pero sobre todo “podrido de poder”. Demasiado poder no es bueno para nadie, pues hasta la mejor y más justa persona se ve perjudicada cuando ante ella se tiene un poder que nadie puede imaginar.
Retomando el hilo histórico de la Guerra de las Guerras, en mi opinión, es interesante debatir las distintas crisis que casi degeneran en la aniquilación de la sociedad. Para empezar me parece deplorable que políticos encarguen a científicos la creación de armas que pueden matar a la humanidad, simplemente por conseguir ese primer puesto en el ranking de potencias mundiales. Cuando se crean este tipo de armas la población en general está sometida a la más alta opresión, que es la de que alguien pueda decidir si tienes o no derecho a estar vivo. ¿Cómo se puede permitir que no sea viable la eutanasia en situaciones límites, pero sí que una persona escoja de esta forma el futuro del mundo? Las guerras son todas cruentas y dolorosas en consecuencias, pero la que tiene lugar en el siglo XX donde el futuro de la humanidad se lo juegan dos personas, me parece que es la peor de las guerras.
El título de mi blog es sencillo y como algunos pueden pensar evidente para una estudiante de periodismo que lo único que desea es “tastar” esa libertad. Pues bien el título viene de la película original Chasing Liberty, que en el castellano se traduce como ya digo en el título de mi blog, Probando la Libertad. La película cuenta la historia de Anna, la joven hija del presidente de EE.UU que está completamente censada por el cargo que ocupa su padre y el lugar que ella ocupa. No puede tener por así decirlo una vida normal como cualquier otra joven. Tras varias desilusiones por parte de su padre, el presidente de EE.UU, que prometía pero no hacia aquello que decía; la joven decide en un viaje diplomático con su familia a Europa continuar el camino sola. Se da cuenta de que su padre vuelve a mentirla y decide “castigarlo” con esta actuación. Anna conoce casualmente a un joven que la salva de que los policías secretos de su padre la descubran. Ese viaje simboliza para Anna todo eso que ella ama; hasta que se da cuenta de que el chico que la acompaña en su aventura es un policía secreto que trabaja para su padre. La película simboliza cómo se puede hacer creer a alguien que goza de una libertad total, pero que en la realidad es parte de un proyecto ya escrito.
Me apetecía mucho escribir sobre este tipo de sucesos y del poder que tienen nuestros políticos sobre nosotros. Con ello no quiero que se piense que creo en una anarquía y que pido que todos los dirigentes sean derribados, simplemente doy una opinión sobre algo importante en esta sociedad de la libertad en la que vivimos.